El sábado, tras dos años sin poder celebrarse, cerca de mil jóvenes rocieros se pusieron en camino hasta las plantas de la Virgen, como el mejor testimonio de que, a pesar de la pandemia, esta devoción tiene un futuro prometedor. El guión de la Hermandad Matriz encabezaba el numeroso grupo en el que participaron también en torno a 50 hermandades del Rocío.
La lluvia de toda la semana dejó paso al sol y temperaturas primaverales para vivir una jornada de convivencia que comenzaba a las 9 y media desde el Santuario, en la aldea, enfilando el camino de Los Llanos, hasta Almonte. Algunos tramos presentaban importantes charcos. Dificultades que los jóvenes supieron sortear con ánimo y la vista puesta en la meta, que era postrarse ante la Virgen y su Hijo. Detrás de la zona del Pastorcito, a escasos kilómetros del pueblo, tuvo lugar una parada más relajada, para el almuerzo, donde disfrutaron además de ratos de cante y baile.
Minutos antes de las 8 de la tarde, llegaban a la Plaza Virgen del Rocío, acompañados de los sones de los tamborileros. El repicar de las campanas anunciaba la entrada de la peregrinación en una Parroquia que ya se encontraba llena, para participar en la Sabatina mensual de la Hermandad Matriz, con la que alcanzaron el jubileo, aprovechando este tiempo de gracia que aún vive la devoción rociera.
Una eucaristía doblemente especial, ya que comenzó con la bendición del nuevo simpecado de camino de la institución almonteña. Una jornada de reencuentros, organizada desde la Delegación de Juventud de la Matriz y que a pesar de este parón obligado, se retomó con la misma fuerza de siempre. La alegría y el impulso de la juventud rociera.