El 14 de marzo de 2020 el Gobierno de España decretaba el Estado de Alarma en nuestro país, para hacer frente a la expansión del Coronavirus. El confinamiento de toda la población fue la primera de las acciones tomadas para limitar los contagios. Esta cuarentena nacional entró en vigor en la media noche del 15 marzo. Desde entonces, la pandemia ha trastocado nuestras vidas. Así ha afectado la “nueva normalidad” en el ámbito rociero:
Todo comenzaba a cambiar, aunque aún no conocíamos cuánto duraría, ni las consecuencias. Días antes del confinamiento, el 11 de marzo, la Hermandad Matriz daba a conocer, tras reunirse en Cabildo Extraordinario la Junta de Gobierno, que quedaba suspendido el calendario de peregrinaciones, a las puertas del fin de semana de San José, uno de los que más gente congrega. También se cancelarían los Via Crucis de las hermandades de Huelva y Cádiz, así como otras actividades programadas por las delegaciones en los próximos 15 días.
Tan sólo unos días después, el 13 de marzo, estas medidas se verían reforzadas, atendiendo a las recomendaciones de las autoridades sanitarias y al comunicado que el Obispado de Huelva enviaba a sus parroquias. El rezo de la Salve se celebraría a puerta cerrada, emitiéndose por las redes sociales y la televisión local. Las guardias a la Virgen quedarían suspendidas, realizándose sólo por los santeros, y los cultos en el Santuario del Rocío y la Parroquia se verían reducidos. Las gestiones administrativas comenzaron a realizarse a través de correo electrónico o por teléfono.
El 16 de marzo, con el Estado de Alarma en vigor, la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción cerraría sus puertas. En los próximos meses, el streaming sería la única forma de ver a la Virgen. Una señal en directo diaria se emitía en las redes sociales de la Matriz y Doñana Televisión, desde las 10 de la mañana hasta las 2 de la tarde y desde las 8 y media hasta las 9 de la noche, tras el rezo de la Salve. Celebrándose el rezo del Ángelus y la Misa dominical a través de este medio.
La suspensión del Traslado y de la Romería del Rocío
Para finalizar un mes de marzo cargado de medidas y de cambios, el día 23, tras el rezo del Ángelus, el presidente de la Hermandad Matriz, Santiago Padilla, comunicaba desde la Parroquia de Almonte una noticia que casi todos temían: la suspensión de la Romería del Rocío y, por tanto también, el traslado de la Virgen a la aldea, una semana antes.
“Somos incapaces de predecir el futuro”, manifestaba Padilla, que comparecía acompañado por la Comisión Permanente de la Matriz. La salud era (y sigue siendo) la máxima prioridad y preocupación de todos. Quedaba entonces suspendidos todos los actos previos a estas citas como eran también la procesión de la Virgen por el pueblo o el Cabildo de elección de Hermano Mayor, entre otras convocatorias.
Comenzaría entonces una contrarreloj para organizar “Un Rocío Diferente”, como decía la letra del tema que se convirtió en el himno de aquel Pentecostés que se vivió con la Novena a puerta cerrada, pero con el ánimo de todos los almonteños y rocieros de sentir en la Virgen un Rocío de Luz.
Tras la Misa de Pentecostés la Parroquia abriría de manera extraordinaria para que todos pudieran rezar a la Virgen y al Pastorcito. También el Lunes de Pentecostés, fecha señalada en el calendario rociero, sus hijos podrían estar cerca de Ella. Con la nostalgia de no verla procesionar, visitando los simpecados.
La nueva normalidad
Con la llegada de la desescalada, llegaron medidas más flexibles y a principios de mayo se comunicaban dos temas importantes: la reapertura de la Parroquia y la estancia prolongada de la Virgen en Almonte. El 13 de mayo, tras dos meses cerrada, el templo almonteño volvería a reabrir sus puertas con un horario partido que serviría para realizar las labores de limpieza y desinfección necesarias.
Los fines de semana continuaría cerrado, evitando la aglomeración de personas, y se organizó la nave central con un recorrido de tal modo que las visitas fueran fluídas, con acceso por la puerta principal y salida por las puertas laterales. En los días posteriores las colas para ver a la Virgen ocuparían toda la plaza; para ello el trabajo de la Policía Local y Guardia Civil fue indispensable, quienes habilitaron el exterior de la Parroquia con vallas.
En verano la curva de contagios descendió y la Parroquia comenzó a abrir todos los días. Incluso en septiembre, la Hermandad Matriz trabajó para dar algo de normalidad a su nuevo curso, con el inicio del calendario de peregrinaciones que transcurrió favorablemente con una serie de medidas extraordinarias. Pero tan sólo un mes después, el 20 de octubre, el importante ascenso de casos en el Condado, provocó la suspensión nuevamente de estas peregrinaciones.
Desde entonces la Hermandad Matriz ha seguido reinventándose y adaptando su agenda a esta nueva normalidad. La vacunación abre una esperanza a que esta situación sanitaria vaya remitiendo, pero aún no podrán celebrarse citas masivas, lo que ha hecho que la institución almonteña no se hiciera esperar y a finales de enero de 2021, anunciase, por segundo año consecutivo la suspensión de la Romería. Aunque sí se celebrará Pentecostés.
Es probable que muchos de los nuevos hábitos se queden entre nosotros, pero ojalá que en los próximos meses esta pandemia que lleva un año entre nosotros vaya dejándonos más margen a la normalidad. En todo este tiempo una vela verde esperanza junto a la Virgen recuerda a todos los enfermos, para que Ella los cuide.