Hoy celebramos el inicio de la Cuaresma, es Miércoles de Cenizas, cuarenta días hasta la Resurrección. Un camino de conversión que el Papa Francisco nos anima a vivir con fe, esperanza y caridad. El rito romano de este día se caracteriza por el austero símbolo de la imposición de las Cenizas, que distingue la liturgia del Miércoles de Ceniza y que este año, según una nota de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha sido modificado “adaptándose a este tiempo de coronavirus”.
De este modo, tal como se lee en el documento: “pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: “Convertíos y creed en el Evangelio”, o bien: “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás”. Tras ello, el sacerdote se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza”. Lo hará tomando la ceniza y dejándola caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada.
El gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal.